viernes, 1 de mayo de 2009

Sólo para aturdidos


El film “Noise” de Henry Bean se propone algo que alcanza y no todos logran: que el espectador se vea reflejado. Aunque lleva al extremo y ridiculiza la situación, expresa el sentimiento de aquellos que se cuestionan la forma en la que se vive.


La ira desatada del protagonista David, encarnado por Tin Robbins, provocada por la constante invasión sonora proveniente de las alarmas de los autos, es vista por los otros personajes como una enajenación, aunque algunos de ellos compartan el sentimiento.
Esa situación deja en evidencia la inercia que envuelve a la sociedad donde quizás por conformismo, quizás por resignación, quizás por comodidad, sólo algunos pocos intentan romper el statu quo. Inclusive, algunos pasajes de la filosofía dialéctica del alemán Georg W. F. Hegel se citan en la película para hacer alusión al dualismo antinómico del hombre moderno.


El film encarna el dilema que existe entre la supremacía de la sociedad y el hombre libre. Es decir, el hombre para su supervivencia debe vivir en comunidad, y para ello, debe adaptarse pero… ¿Cuál es el precio que tiene que pagar como individuo? El ser humano se ve muchas veces compelido a vivir bajo situaciones que no elegiría pero que, sin embargo, tampoco se permite cambiar una vez inmerso en la vorágine social. Así padece una mecánica rutinizada de manera cada vez más cruda con el correr los años.


Noise es una película para aquellos que se siguen preguntando por el bienestar del ser humano dentro de la sociedad, que parece asemejarse más a una gigantesca jungla enjaulada que al imaginario de los iluministas del Siglo XVIII.