viernes, 24 de julio de 2009

Alejo Ortiz: "Sigue habiendo holocaustos"



Se enciende un cigarrillo y reflexiona sobre el tópico de la obra Todos los judíos fuera de Europa, donde hizo su primera actuación teatral en 2007. El actor que encarna a César en Don Juan y su Bella Dama muestra sus pensamientos ideológicos más profundos, que van contra la frivolidad televisiva.
(entrevista hecha en 2008)



Es el mediodía en el barrio de las Cañitas cuando la figura de Alejo Ortíz se acerca apresurada, como si estuviese llegando tarde. Por el contrario, es puntual. De aquel adolescente que protagonizó Verano del ´98 sólo queda experiencia incorporada. A los 34 rememora el encuentro con la actuación. Es hijo de un director de teatro y la actriz Susana Ortiz y, como no podía ser de otra manera, se encaminó a explotar su veta artística. Estudió Bellas Artes pero cuando se recibió se dio cuenta que “no quería ser maestro”. Fue entonces que eligió otra carrera: cine. “Y ahí -describe- haciendo los ejercicios delante de cámara para el grupo, me di cuenta que me gustaba la actuación”. Esa colisión, aunque tuvo la desaprobación de su madre, sería mucho más que un capricho inmaduro.

- ¿Cómo es la relación con tu madre en cuanto a tu profesión?
- Cuando decidí empezar a actuar lo charlé con ella y creía que lo estaba eligiendo por mandato familiar. Igual empecé a estudiar con Norman Britsky y seguí estudiando cinco años más. Con el tiempo vino la aprobación. En muchos momentos hablamos de los trabajos y nos criticamos, a veces no estamos de acuerdo, a veces si. Ella es una excelente actriz pero no tomo cosas en lo técnico para trabajar porque nos formamos en tiempos distintos con maestros diferentes. Lo que tomo de ella es la fuerza que tiene como actriz. Creo que eso es de familia. Nos damos bastante bola en el trabajo. Todas nuestras críticas nos las tomamos de manera constructiva.
- ¿Cómo realizás el proceso de construcción del personaje?
- Todo depende del personaje y del contenido del proyecto que estés haciendo. Por ejemplo, en Todos los judíos fuera de Europa, si bien yo sabía mucho del tema porque me apasiona históricamente, me puse a estudiar sobre el holocausto, vi muchas películas, hablé con sobrevivientes que viven en Argentina y con gente de la comunidad alemana. Después viene la construcción con el director y la búsqueda en los ensayos. Por lo general, a mi me sirve más abordar primero lo físico y eso me va llevando al proceso interno.

Subirse al escenario le generaban miedos que con los años pudo superar. Eligió esa obra para afrontar aquellos temores porque cree que las soluciones finales no quedaron en el holocausto judío. “Es un horror que siguió y seguirá pasando: con los inmigrantes que están en España encerrados en containers que parecen viviendas, en Guantánamo con los árabes. Vivimos la solución final en este momento.” Dio muchas charlas con Salo Pasik en comunidades judías donde trataba de decir que el holocausto judío era un horror pero que había que “concientizarse que seguía habiendo holocaustos, tremendos, que no era el único”. Sin embargo, por mucho que se esforzó por mostrar su mirada, a veces se vivía como una “falta de respeto” su opinión.

- ¿Cuál creés que fue la función social de esa obra?
- La memoria. El pueblo judío la tiene muy ejercitada pero está haciendo el esfuerzo para que los jóvenes no la pierdan, porque la están perdiendo. Al igual que nosotros, que también tuvimos nuestro holocausto. Si no se tiene memoria es imposible construir una sociedad. Hay gente de 19 años que no sabe quién es Jorge Rafael Videla, así es imposible, pero no es culpa de la gente de 19 años… Es producto de la sociedad en que vivimos. Es fruto de la frivolidad del capitalismo que avanza a pasos agigantados. La exclusión social, por ejemplo, es una solución final también pero de otro modo.
- Sos un personaje de la televisión, que es el referente principal de la frivolidad capitalista, pero tenés una posición muy crítica hacia el sistema ¿Cómo se trabaja con esa contradicción en el medio?
- Esos son los tiempos en que vivimos. Cuando tengo que pagar el alquiler no tengo contradicción porque vivo en este sistema igual que vos, igual que todos. Creo que se lucha tratando de tener el compromiso donde se pueda. A veces trabajo en programas frívolos y a veces no, pero si el programa es trivial trato de tener el compromiso de actuar y tomármelo lo más en serio posible. Ahí está mi ideología. Es difícil para mí igual, creo que está todo muy confundido.
- ¿Cómo te imaginás en 10 años?
- (Mira para arriba y piensa…) No se la verdad. Podría hablar de lo que me gustaría: tener una familia, con hijos, no pasar baches económicos y esas cosas. Lo mismo que todo el mundo en el fondo, pero realmente no sé si me imagino así. Quizás sigo siendo soltero.

Revela que de César, su actual personaje en la tira de Telefé*, tiene mucho: ambos están en medio de una separación y tienen amigos muy arraigados. Se diferencian en que “quizás” no es tan torpe como César, ni tan “looser”, aunque en el sentimiento sí. Se define como un melancólico que tiene pensamientos “medio darky”, aunque se escuda tras un actor sonriente y seguro. En los 50 minutos de entrevista logra despojarse de esa imagen fuerte y ahonda sobre sus inseguridades personales: los miedos que le tenía al teatro y su cuenta pendiente con el cine. Sin embargo, una vez apagado el grabador, vuelve el personaje social de hombre seguro que se profundiza con el pedido de una foto de parte de una fan, al grito de: “Lo sigo desde los 11 años”.
*Don Juan y su Bella Dama, se emitió durante el año 2008 por Telefé.

sábado, 18 de julio de 2009

Cuatro meses sin Luciano Arruga


El adolescente de 16 está desaparecido desde el 31 de enero. Fue visto con vida por última vez en un destacamento policial de Lomas del Mirador y la Fiscal de la causa apunta a la Policía. En un barrio conmovido últimamente por la inseguridad, los más pobres, los "sin voz", son los que la sufren a diario.

Por Martín Filipic, Alejo Díaz e Ivanna Barbagallo

El primero de febrero pasado, la madre de Luciano Arruga, Mónica Alegre, denunció en el Destacamento policial de Lomas del Mirador, partido de La Matanza, que su hijo no había vuelto a casa. Un rastrillaje hecho con perros confirmó que, la noche que desapareció, el menor estuvo en esa dependencia y en un patrullero. Los ocho policías que estuvieron de turno aquella madrugada fueron pasados a disponibilidad.

Luciano vivía en una casilla del barrio 12 de Octubre de Lomas del Mirador y ya había estado demorado en esa dependencia policial el 21 de septiembre de 2008 acusado de robar MP3 y MP4 a chicos del Colegio Fátima, aunque el Juzgado de menores Nº 3 desestimó la imputación.

Inaugurado en septiembre de 2007 y ubicado en la calle Indart 106, el Destacamento no tiene calabozos, no puede alojar detenidos y menos aún a menores. El paso de Arruga no figura en ningún libro a pesar de que ese día ingresó por la mañana y recién se retiró a la noche acompañado por su madre y muy golpeado, según se corroboró después en el Policlínico de San Justo.

La noche del 31 de enero Luciano fue visto por última vez. Estaba en la plaza República Argentina, ubicada en Perú y Necochea, a sólo seis cuadras del Destacamento, cuando la policía lo detuvo. Ya pasaron cuatro meses y sigue desaparecido. La hermana de Luciano, Vanesa Orieta (27), explica que algunos policías habían presionado a su hermano para que robe para ellos. “Sabemos que tenés dos hermanitos y que tu mamá está desempleada y así vas a poder aportar en tu casa”, cuenta Vanesa que le dijeron a Luciano días antes de desaparecer, y que él se negó a aceptar el ofrecimiento.

Pocos días después de la desaparición, la causa -caratulada como “averiguación de paradero”- recayó en la Fiscal Roxana Castelli de la Unidad Funcional de Instrucción (U.F.I.) 7 de San Justo. Desde un principio la familia apuntó contra la Policía, sobre todo desde que un amigo de Luciano apodado “Tito” se quebró y declaró que un compañero de escuela (“Gonzalo”) le contó que la noche del 31 estuvo detenido en el destacamento junto a Arruga y que lo vio agonizando.

A pesar de que Vanesa le manifestó por escrito a la Fiscal su sospecha, la recolección de pruebas y la indagatoria a los amigos de Luciano se delegó a la Brigada de Investigaciones. A su vez, las declaraciones tomadas incluso a chicos de 12 años presionados por los agentes, se efectuaron en la Dirección Departamental de Investigaciones de San Justo.

Resulta extraño pero la hermana de Luciano declaró sólo una vez en la causa. Fue cuando habían pasado cuatro semanas de “investigación” y debió hacerlo en presencia del oficial Herrera, uno de los efectivos que estuvo en el destacamento en la noche del 31 de enero y que fue pasado a disponibilidad por el Ministro de Seguridad bonaerense Carlos Stornelli. Según consta en la causa, los otros siete efectivos apartados -no trascendieron sus nombres- son: Vázquez, Díaz, Montes, Sotello, Márquez, Feiter y Celis.

Ante la inacción de la Fiscal, el 12 de marzo la familia de Luciano concurrió a la Fiscalía General a cargo de Patricia Ochoa. Por la resolución interna Nº 1390, el caso pasó a manos de la fiscal Celia Cejas Martín de la U.F.I. 1: el expediente, que tenía 45 fojas, ahora tiene nueve cuerpos.

Cejas Martín apartó inmediatamente a la policía de la investigación, allanó el Destacamento y después de descartar decenas de hipótesis y pistas que le llegaban a la fiscalía ordenó a la Gendarmería el rastrillaje de un descampado de Monte Dorrego, ya que una línea de la investigación apuntaba a que Luciano podía haber sido enterrado allí. Se descubrió un pozo donde por el tamaño podría haber estado enterrado Arruga y en el que la prueba por olfato de perros de la Policía Federal arrojó un 70% de posibilidades de que Luciano había estado allí.

La Fiscal espera la declaración de “Gonzalo” para pedir la detención de los ocho oficiales implicados y, una vez que eso ocurra, aguardará el permiso del Juez de garantía Gustavo Banco para comenzar las indagatorias a los ocho policías. Cejas Martín también tiene en la mira al oficial Torales, quien no justificó su presencia en el Destacamento aquella madrugada. Según Vanesa, es quien en la primera detención de Luciano “lo sostenía para que los otros policías le pegaran”.

Para la fiscal, “la próxima instancia sería el cambio de carátula a privación ilegítima de la libertad, detención ilegal y tortura seguida de muerte, pero si cambia a desaparición forzada de persona, la causa pasaría a la Justicia Federal, ya que se trataría de un delito de lesa humanidad, situación que implicaría al Estado”. La familia no quiere que se cambie la carátula por ahora porque implicaría un cambio de fiscalía y están conformes con el accionar de Cejas Martín.

Además de la aparición de Luciano y el juicio a los responsables, Vanesa reclama el cierre del Destacamento: “En Lomas del Mirador creció la delincuencia, se instalaron tres prostíbulos y empezaron las zonas liberadas. En esa casa se tortura; se aplica picana y submarino seco. Queremos su cierre para poner un Centro Cultural”.


A pesar de los miles de casos de gatillo fácil reconocidos por la policía como errores, abusos y excesos, desde el fin de la dictadura en 1983 hasta hoy, sólo en once causas se condenó a policías por el delito de tortura seguida de muerte.


Al respecto, el presidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza. Pablo Pimentel, concluyó: “En el país de los desaparecidos no podemos permitir esto; no puede haber ni uno más”.


Si tenés algún un dato de Luciano que puedas aportar, comunicate a dondeestaluciano@gmail.com .
Más información en
www.lucianoarrugadesaparecido.blogspot.com

¿Quién desapareció?

Un chico del barrio 12 de Octubre como cualquier otro de un barrio humilde. Era morocho, alto y escuchaba reggaeton. Su condición social lo obligó a dejar el colegio pero le había prometido Vanesa que iba a retomar sus estudios. Con su hermana tenía muy buena relación y se había tatuado un “Vane” en alusión a ella.

Luciano Arruga vivía con su madre y sus hermanos varones en una casa que no tiene ninguna comodidad, ni siquiera un baño. Se hizo dueño de un conocimiento empírico perfecto del significado de la discriminación y el abuso de poder por vivir en un barrio humilde. Sin embargo, sabía que no era algo justo. “Luciano no se callaba nada, los policías le decían negro villero, hijo de puta y él les redoblaba la apuesta, los insultaba pero con un lenguaje propio de su grupo y lo golpeaban”, describe Vanesa.

El último tiempo su hermana lo acompañaba hasta su casa porque “lo paraban en todos lados y sabía que iba a pasar algo así”; Luciano, quien cumplió 17 el 28 de febrero pasado, tenía muy en claro cuáles eran las posibilidades de su destino y la impunidad que corre por el conurbano bonaerense, Vanesa se lo alertaba.


Lo primero que se dijo de Luciano cuando no aparecía fue tenía problemas con las drogas, máxima refutada por sus familiares. Sin embargo ¿Cuál es la importancia de tal cosa? ¿Acaso no es el mismo esquema de pensamiento que se aplicó durante mucho tiempo en períodos dictatoriales? Parece que el “algo habrán hecho” aún no se ha ido, perenne en la idea de la criminalización de algún sector, hoy, el de los pobres.

Publicado en la revista Mavirock Nº12.